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Resumen de la Conferencía
Esta conferencía juntó representantes de varias organizaciones no gubernamentales, funcionaríos gubernamentales, agricultores, abogados, científicos y otras personas de México y Texas para discutir el estado actual del Río Conchos. Si bien cada quien llevó una perspectiva ligeramente diferente, hubo sorprendente consenso en cuanto a los pasos que pueden darse para proteger y restaurar esta cuenca vital y el resto del río Bravo.
El doctor Luis Aboites dio contexto a los debates, al trazar una semblanza del desarrollo histórico de la región y de la administración de sus recursos hidráulicos. Desde los primeros asentamientos indígenas y la llegada de los misioneros españoles hasta el establecimiento de grandes haciendas y los inicios de la agricultura de riego, la vida ha girado en torno al río y sus afluentes.
Una empresa privada canadiense completó la presa y la planta hidroeléctrica de La Boquilla en plena revolución de 1910. La Boquilla y los depósitos subsecuentes propiciaron la expansión de la agricultura de riego y una vida decente para miles de personas. En años recientes los municipios han crecido, se han establecido maquiladoras e industrias domésticas, han ocurrido drásticos cambios económicos para los campesinos productores de maíz y otros granos básicos, y la autoridad sobre la administración del agua se ha descentralizado.
Muchos de estos cambios se pueden asociar directamente con las reformas neoliberales que trajo consigo el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Estos cambios, combinado con la deforestación en las fuentes del río, en las alturas de la Sierra Tarahumara, han hecho sentir sus efectos en el río. Ahora los flujos de agua están muy regulados, el río debe absorber aguas negras de las ciudades y de la industria y el rico hábitat de la cuenca se ha secado. La prolongada y severa sequía de la última década ha complicado los problemas de Concho.
Y por supuesto, la administración de ese río está en el centro de la actual disputa entre Estados Unidos y México con relación al tratado de 1944.
A la vista de todos estos retos, los participantes ofrecieron muchas ideas acerca de cómo proteger y restaurar los ríos Conchos y Bravo, sistema hidrológico que sigue siendo el corazón de esta hermosa tierra desértica. (Vea Recomendaciones para más detalles.)
He aquí sólo una muestra de la "lluvia de ideas" que se produjo en la conferencia.
Todos se enfocaron en cómo contribuir a que la agricultura de la cuenca del Conchos siga siendo fuerte y viable, pero usando menos agua. Se abordaron con amplitud programas como el Procampo Ecológico, en el que los productores pueden recibir compensación por reducir el uso del agua y restaurar el hábitat en vez de sembrar cultivos de escaso valor económico. Los encargados del riego en la zona de Delicias informaron que ya han logrado muchas mejoras en la eficiencia de sus operaciones, pero reconocieron que podría hacerse mucho más con recursos adecuados, sobre todo si se pusiesen a disposición de los productores individuales de manera más expedita.
Se ofrecieron ideas sobre cómo apoyar los efuerzos de los ejidataRíos de la sierra Tarahumara que tratan de proteger sus bosques de la tala inmoderada y cómo compensar a las comunidades indígenas por los "servicios ecológicos" que prestan sus bosques a las fuentes del río. Hubo muchas propuestas para restaurar el hábitat de la cuenca y mantener las aguas limpias y saludables.
Los participantes reconocieron también la necesidad de tomar en cuenta tanto las aguas superficiales como las subterraneas al trazar planes y regulaciones referentes al manejo de acuíferos.
Y por supuesto, hubo plena comprensión de la realidad de que la "sequía" en la región puede ser de hecho una condición más normal que la lluvia regular. Los participantes coincidieron en que se requieren con urgencia planes de manejo de sequía en todas las regiones de la cuenca del Bravo y en la del Conchos.
No es sorprendente que hubieran también muchas ideas acerca de lo que Texas y Estados Unidos pueden hacer para manejar mejor la porción estadounidense del río. Algunos objetivos deseables, como volver a conectar las partes alta y baja del río Bravo, reabriendo la operación de las grandes presas de Nuevo México, sin duda encontrarán férrea resistencia política, pero es necesario explorarlos.
Como demostró la revisión histórica del doctor Aboites, los tiempos cambian al igual que las economías y los ríos. El reto es ver qué cambios están a la vuelta de la esquina y tomar las mejores decisiones posibles para evitar una crisis hidráulica permanente. Las opciones no serán fáciles, y aun cuando se tomen las decisiones, se requerirán cuantiosas sumas de dinero para ponerlos en práctica. Pero si queremos dotar a las generaciones futuras con las ventajas que el sistema del río Bravo ha permitido disfrutar hasta ahora a ambos países, y preservar su integridad ambiental, las decisiones e inversiones deben realizarse hoy.
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